El Guardainfante

Sin duda alguna, un buen entremés insertado en una mala comedia era sinónimo de éxito en cartel.
Esta pseudo-aseveración es indicativa de la importancia que esta pequeña pieza teatral adquirió durante el Siglo de Oro en el teatro peninsular, sobre todo desde que Luis Quiñones de Benavente fijó el modelo que se seguiría y evolucionaría en los años posteriores.
Sus entremeses eran garantía de éxito.
Entre los factores de su buena acogida estaban su calidad poética -ya a partir de 1620 se incorpora el verso al Entremés-, su acertada crítica social, el dinamismo cómico con el que reflejaba los cambios y particularidades políticas de su tiempo, los personajes, los actores para los que escribía y, sobre todo, la música.
A partir de Benavente, los entremeses no acaban ‘a palos’, sino ‘en baile’.